jueves, 31 de diciembre de 2015

YAKITORO

¡Felices fiestas!

¿Cómo lleváis las navidades? ¿Mucho langostino o sois más de fuente de ibéricos? Por desgracia a mí este año solo me dejan librar en Reyes, pero aún así estoy disfrutando mucho de estos días de familia y comilonas. Y he debido de ser bastante buena porque ya ha caído algún que otro regalito, ¡jeje!

Prácticamente todos tenemos en estas fechas tan señaladas alguna comida/cena de Navidad con los compañeros del trabajo, universidad, etc, y aunque no siempre son de nuestro agrado, a veces resultan estupendas. Hoy os voy a hablar de este último caso: una cena "universitaria" con Álvaro y Mariú, con los que recientemente estuvimos en el Kim Bu Mbu.

Esta vez el restaurante elegido fue el Yakitoro, un espacio de cocina fusión (tradicional española y japonesa) regentado por el archiconocido chef Alberto Chicote. Lo encontraréis en la calle Reina 41 (metro Gran Vía L1 y 5, o Banco de España L2) y os aconsejo echar un vistazo a su web donde, entre otras cosas, tenéis fotografías y la carta con precios.

Es muy recomendable que planeéis vuestra visita con bastante antelación (nosotros hicimos la reserva dos meses antes) ya que siempre está lleno y, aunque dejan unas mesas para los que van sin reserva, es muy difícil encontrarlas libres. Podéis reservar online y por teléfono.

Antes de entrar al restaurante en sí, hay una zona con mesas altas y plantitas que nos vino estupendamente para hacernos la primera foto, ¡jeje! (Y si alguno de vosotros fumáis, ahí podéis hacerlo sin problemas).

Álvaro, yo, Tony y Mariú con caras de hambre :D

La decoración del restaurante me sorprendió bastante ya que descubrimos un mini Darth Vader con tarjetas junto a unas paredes y techo de lana de roca o similar (Álvaro y yo, arquitécnicos por defecto, nos quedamos flipando con esto último). Las mesas son grandes y espaciosas con una curiosa cubitera encastrada en medio, pero las sillas no nos gustaron especialmente ya que algunas tienen respaldo y otras no. ¡Ah! Y seguro que no os pasan desapercibidas las parrillas centrales donde se ve cómo preparan muchos de los platos.

También es llamativo el uniforme de trabajo de los camareros: un mono verde como del ejército pero que más bien parece de recluso de trabajos forzados... Ya que hablamos del staff, os diré que a todos nos llamó la atención el gran número de cocineros y camareros que había (y todos muy jóvenes). Y eso sí que me gustó: vivan los restaurantes con un montón de personal que no para de un lado a otro y que se preocupan de que todo esté siempre perfecto, ¡vivan!.

Una vez instalados en nuestra preciada mesa, la camarera (Leticia, si mal no recuerdo) nos explicó cómo va la carta y nos dio un par de consejos. Cada yakitoro (salvo excepciones) trae dos raciones, es decir, dos brochetas,  por lo que nos aconsejó pedir dos de cada cosa que quisiéramos probar; y como nosotros somos muy bien mandados, seguimos su consejo, discutimos un buen rato qué pedir y nos preparamos para la acción.

 Comenzamos con una ensalada de escarola y granada con salsa de yogur (muy de Navidad e igualita a la que hacía mi madre), dados de berenjena en tempura (de lo que más me gustó) y ceviche de corvina (riquísimo el pescado pero con demasiada leche de tigre que no supimos si tomarnos o no).

De arriba a abajo: ensalada de escarola, dado de berenjena y ceviche de corvina

La siguiente tanda fue más carnívora y con texturas muy curiosas: filete ruso al pimentón (pedimos que fuese poco hecho y clavaron el punto), pollo frito crujiente (iba acompañado de una "salsa agridulce cañí" que fue de las más aclamadas de la noche) y pollo y papa canaria con mojo rojo (un clásico al que es toque "fusión" le sentaba estupendamente).


De arriba a abajo: filete ruso, pollo frito y pollo con papas canarias

La carta es una auténtica maravilla y me quedé con ganas de probar un montón de cosas, pero creo que hicimos muy buenas elecciones y todos quedamos muy, muy satisfechos.

No nos podíamos ir sin probar los postres. Lo cierto es que hay un montón y todos la mar de interesantes y distintos de lo habitual, pero nosotros fuimos a tiro hecho: lingote de chocolate blanco, mango y helado de miel (el lingote estaba tremendo, pero el helado de miel sabía a vainilla), y tarta de queso (nos la ofrecieron fuera de carta y no nos pudimos resistir a pedirla). Los dos postres me gustaron mucho, pero la próxima vez quiero pedir algo más arriesgado.

Lingote de chocolate blanco (izq.) y tarta de queso (dcha.)

Como veis fue una cena estupenda, abundante y distinta a lo esperado :)

Quizá la gran sorpresa de la noche llegó a la hora de pagar: 70€ (bebidas incluidas), es decir, que no llegó a 18€ por persona. Increíble, ¿verdad? Sin duda, el Yakitoro es de los mejores ejemplos de que se puede comer fenomenal a un precio completamente asequible.

Por añadir algún detalle os puedo decir que nos encantó la música (creo que los cuatro llevamos el rock en los genes) y que, aunque parezca una broma, tenéis que entrar a los aseos porque son muy curiosos (creo que me enamoré de los espejos y los lavabos nada más verlos, ¡jaja!). También destacar que el local tiene una luz perfecta para hacer fotos y que durante el día debe de ser una maravilla la luz que entre por los grandes ventanales.

Solo un par de cosas me dejaron un regusto amargo. Por una parte nuestra camarera estuvo todo el rato muy atenta a nuestras peticiones, pero también tengo que decir que los que nos traían los platos a la mesa ni se preocupaban en decirnos qué nos traían y lo dejaban todo en el borde para irse de nuevo corriendo; detalle feo, feo. Por otra parte, tampoco nos gustó la desorganización general de la sala: muchas mesas sin recoger, platos amontonados, el horrible D10 (o algo parecido) rulando de una mesa a otra sin encontrar su sitio junto a bayetas arrugadas... De nuevo detalles feos.

Valoración general: un 9.5. Sin duda alguna, la calidad y el sabor de los platos, así como el precio, merecen muchísimo la pena. El Yakitoro se ha convertido en uno de mis imprescindibles, y si no le doy el 10 es por esos pequeños detalles que he comentado más arriba.

¿Qué os ha parecido la última entrada del año? ¿No os han entrado mogollón de ganas de ir y probarlo todo? ¡Yo estoy deseando volver ya! Hay que agradecer a Chicote que haya creado este espacio tan increíble y, sobre todo, que esté al alcance de (casi) todos los bolsillos. ¡Ojalá hubiese más sitios así!

Y con este descubrimiento "fusión" me despido del 2015, un año que me ha traído un montón de oportunidades y descubrimientos culinarios, y que me ha encantado compartir con todos vosotros. Ya acumulamos más de 30.000 visitas y todo ellos gracias a vosotros ^^

Un beso muy, muy grande a todos y que el 2016 os traiga de lo bueno, lo mejor.

Carolina.

Álvaro, Mariú, yo y Tony felices y con el estómago lleno :)

martes, 24 de noviembre de 2015

KIM BU MBU

¡Hola, hola comilones!

¡Qué frío! Siempre empiezo comentando el tiempo, pero es que a mí estos cambios de calorcito de terraceo a viento gélido invernal ¡me desesperan! Eso sí, la buena compañía y el apetito que no falten :)

Sin tener más que celebrar que la felicidad de la vida, organicé una cena con Álvaro, Mariú y Tony, y buscando algo distinto encontré esta maravilla. ¡Haced las maletas que nos trasladamos de continente!

Os presento el Kim Bu Mbu (siento decir que no sé si se escribe así realmente porque lo vimos de varias maneras), un restaurante de lo más exótico donde podréis degustar la gastronomía de África con un toque moderno realmente interesante. Se encuentra en la calle Colmenares 7 (metro Banco de España L2 y Chueca L5) y no tienen página web, ni de Facebook, ni nada similar, por lo que si queréis saber más de él, nada mejor que hacerles una visita.

La decoración es tan cuidada y original que os dejará boquiabiertos, y si sois unos frikis de los muebles como una servidora, lo vais a disfrutar más aún.

La falta de luz desmejora la foto, pero aún así sorprende, ¿verdad?

Sin duda el local es realmente acogedor y por un rato te transporta prácticamente a la misma sabana. Las sillas tiene ruedas y están diseñadas de tal manera que encajan perfectamente dentro de la mesa y permiten crear un amplio espacio cuando no se está usando la mesa. Además, disponen de un amplio cajón bajo el asiento donde puedes dejar el abrigo y el bolso sin molestar al resto de comensales.

A pesar de conocer un poquito la cocina egipcia, siria, etíope y alguna más, nos decidimos a pedir el menú degustación, ya que por 21€ íbamos a poder probar entrantes, principales y postres, y además incluía pan, bebida y café.

Para comenzar nos trajeron dos ensaladas: una de papaya, espinacas y aguacate, y otra templada con manzana, col y queso frito. Ninguna de las dos me sorprendió especialmente ya que me creo que les faltaba algo de aliño, aunque reconozco que la mezcla de las espinacas con la papaya me gustó bastante.

Nada mejor que unas ensaladas para ir abriendo boca

Los siguientes entrantes fueron batswana de maíz con alcachofas (me encantó el punto de las alcachofas) y patatas en salsa curry (que fueron unas de las triunfadoras de la noche, ¡qué ricas!).

En la foto no se aprecia, pero las bandejas eran tan largas como mi brazo

Aunque parezca mentira, la cena no ha hecho más que empezar: ¡que pasen los principales!

Según la foto inferior y de izquierda a derecha y de arriba a abajo comimos: pollo con pipas de calabaza (quizá el que menos me gustó), gambas con mango y batata dulce (riquísima mezcla y la batata de sobresaliente), ternera guisada con sésamo (lo que más me gustó, tanto por el sabor de la ternera como por la elaboración) y cuscús de cordero (cuscús perfecto y con muchísimo sabor, ojalá a mí me saliese tan bien en casa ¡jeje!).

La mesa parecía un tetris, pero no dejamos nada de nada, ¡qué bueno todo!

Y sí, aún teníamos espacio para postre, ni más ni menos que cuatro delicias por las que ¡casi tenemos que salir rodando del restaurante! Empezando por arriba y en sentido horario podéis ver en la siguiente foto: piña con bolitas de coco (la piña me da alergia, pero aún así la probé y junto con el coco hacían una buena mezcla), natillas de plátano (a pesar del aspecto, fue lo que más me gustó: súper original y deliciosas), crujiente de compota de frutas (no me gustó: tenía granos de café que no me pegaban mucho con el resto del plato y la compota no estaba muy allá, pero a mis acompañantes les satisfizo) y crema de mango (mango con mango, perfecto para los amantes de esta fruta). Podíamos haber comido cada uno un postre, pero no somos especialmente escrupulosos y cuchara en mano acabamos hasta con los granos de café.

Sigo flipando con el tamaño de los platos...

Además de todo esto, Álvaro y Tony se tomaron un pero a nosotras ya no nos cabía ni un suspiro.

Si hay algo que no me gustó fue el trato del camarero: no llegó a ser borde en ningún momento, pero nos dejaba los cubiertos tirados encima de la mesa, le pedimos que nos explicara lo que estábamos comiendo y se limitó a decirnos el nombre de los platos y en ningún momento le vimos sonreír ni dirigirnos una palabra amable. A las 23:30 nos trajo la cuenta sin haberla pedido (no éramos los únicos en el restaurante ni mucho menos) y en cuanto pagamos empezó a limpiar nuestra mesa por lo que nos tuvimos que marchar.

Tampoco me gustaron los aseos: estaba decorados acorde con todo lo demás y bastante limpios, pero donde tenía que haber un lavabo había un grifo mal puesto y un folio pegado a la pared que rezaba "lavabo". Además, por lo que me contaron los chicos, el aseo de caballeros no dejaba lugar a la intimidad, lo que en a menudo puede ser algo violento.

Otra cosa que no nos gustó fue la iluminación: está claro que tienen que ambientar el local de una forma original y "étnica", pero tuvimos que sacar el móvil para leer la carta y ni que decir tiene que las fotografías de la comida están hecha con flash además de la linterna de otro móvil. En la primera fotografía podéis ver lo poco iluminado que está el restaurante.

Y ya para finalizar añado que, en los tiempos en los que estamos, no tener página web es un completo atraso: no pido que tengan una página preciosa y llena de fotografías y explicaciones, pero estaría bien que indicaran el teléfono, el origen de los platos, etc.

Valoración general: un 9, porque a pesar de todo lo mencionado, la comida estaba deliciosa, las cantidades eran más que generosas, y aunque no hubiésemos pedido el menú degustación, podríamos haber comido igual de bien y por un precio más que aceptable.

¿Qué os ha parecido? ¿Os han entrado ganas de hacer un viajecito y probar todas estas cosas en su lugar de origen? Sí, a mí también, así que seguiré echando la primitiva, ¡jeje!

Desde aquí quiero mandar un beso grande, grande tanto a Álvaro como a Mariú, porque compartir mesa con ellos fue súper divertido y tengo mogollón de ganas de ganas repetir :)

¡Y con muchos de vosotros también, bloggers! A ver cuándo me vais dando cita que me apetece mucho ir subiendo entradas con todos ustedes ^^

¡Un abrazo a todos y abrigaos bien!

Carolina.

En realidad somos mucho más guapos, pero al menos se nos ve felices y gorditos xD

miércoles, 30 de septiembre de 2015

TAXI A MANHATTAN

¡Feliz otoño bloggers!

¿Qué tal la vuelta al cole? A mí me ha costado horrores, sobre todo el retorno de los madrugones, pero al menos empiezo con muchas ganas y entusiasmo :)

Ya que la última entrada fue un poco distinta a lo que os traigo habitualmente, hoy os voy a enseñar uno de los sitios más increíble que podáis encontrar en Madrid. ¡Abrochaos los cinturones que arrancamos!

Os presento el Taxi a Manhattan, un restaurante de lo más cool en pleno centro financiero de Madrid. Se encuentra en la calle Basílica 17 (metro Nuevos Ministerios L6, 8 y 10) y tienen una web maravillosa donde podéis consultar la carta, precios, hacer reservas, cotillear fotos, etc.

Conocía este sitio por una amiga de la uni que había ido un par de veces y fue toda una alegría cuando Tony decidió darme la sorpresa de ir para celebrar mi cumpleaños junto con mi padre. Para que todo saliese a la perfección llamó con unos días de antelación para reservar una mesa "especial", pero por desgracia cuando llegamos al restaurante habían "traspapelado la reserva" y no teníamos sitio. Mi cara de disgustó debió de ser un poema ya que cuando nos disponíamos amarcharnos nos dijeron que podían hacernos un huequito en la terraza. Obviamente mi cara pasó de :__( a :D, ¡jeje!

El local por dentro es espectacular: tanto por sus amplios espacios, como por su decoración moderna con un toque industrial, como por el buen ambiente que se respira, como por... bueno, todo en general. Me encantó todo mucho y me enamoré de los mil y un neones.

No falta detalle, ¿verdad?

Aunque os pueda parecer un restaurante americano más, os va a sorprender la carta tan interesante que tiene. Vais a encontrar unos entrantes para chuparse los dedos, espectaculares carnes e incluso algo de la gastronomía asiática, italiana y latina.

Nosotros decidimos empezar la noche con unos huevos trufados con patatas paja y virutas de ibérico, ya que parecía un plato al gusto de los tres pero con un toque elegante. ¡Y acertamos de lleno! Sin duda fue uno de los triunfadores de la noche tanto por el sabor como por el tamaño: nos encantaron, no dejamos ni una patatita.

¡Madre mía! ¡Quién pillara ese platazo de nuevo!

A continuación vinieron los principales.

Mi padre, que es más tradicional que un schotis, pidió el lomo de buey al carbón y resultó exquisito: perfecto el punto de la carne y un sabor de quitar el hipo. La única pega es que no nos avisaron de que llevaba guarnición de pimientos y a mi padre el pimiento le sienta fatal. Como ya no se podía hacer nada, los apartó, pero ya sabéis que una vez que el pimiento toca otro alimento, éste se impregna de su sabor, por lo que no disfrutó al 100% de su plato.

¿Por qué gustarán tanto los pimientos?

Yo elegí los tacos de salmón, pero no quedaba, así que al final escogí el tartar de atún con aguacate. Adoro el pescado crudo y adoro el aguacate, así que os podéis imaginar lo que disfruté con el tartar. Rico, rico, rico. Una textura magnífica y el aderezo una delicia. Cuando volvamos, es probable que repita, ¡jeje!

Lo veo y se me hace la boca agua

Y Tony se decidió por el ceviche de corvina y langostino con leche de tigre. Me gustó mucho porque la leche de tigre no le robaba el protagonismo al pescado y se podían distinguir todos los sabores. De nuevo, un acierto.

Aunque la presentación no me convence, el ceviche estaba de escándalo

Y sí, tomamos postres, que una comida o cena sin dulce no sabe igual. El camarero que no atendió (un chico con acento ¿andaluz? súper amable y atento) nos recomendó el fresamisú, que como os podéis imaginar, es como un tiramisú pero con fresa. Además, para satisfacer todos los paladares presentes, pedimos un coulant de chocolate.

Lo cierto es que no sabría con cuál quedarme: ambos estaban deliciosos, nada empalagosos y a la perfecta temperatura (sí, odio que las cosas lleguen a la mesa excesivamente frías o calientes).

Fresanisú, coulant. Coulant, fresamisú.

Cositas que añadir: que como ya he dicho antes nos atendieron estupendamente y con mucha diligencia, que a pesar de todo la terraza resultó de lo más agradable y que estoy deseando volver, ¡jeje! La relación calidad precio me parece genial ya que por una cena como la nuestra podéis salir a unos 25€ por persona (incluyendo pan y bebidas), así que más ajustado no puede estar. Además, si vais a diario tenéis menú del día (por 12€ si no me falla la memoria) y también os podéis tomar una copa o un cocktail después del trabajo o antes de salir de fiesta.

Valoración general: un 9. Fue una noche magnífica, la comida me dejó boquiabierta y el precio mucho mejor de lo que esperaba, pero el fallo de la reserva no me deja darles el 10 que me hubiese gustado.

Y aquí se acaba la entrada de hoy. Espero que os haya gustado, que os haya abierto el apetito y que si tenéis ganas de ir a un restaurante cool y atrevido le deis una oportunidad a Taxi a Manhattan, ¡merece la pena!

Un beso grande a todos y nos vemos en la próxima entrada.

Carolina.

Así de feliz acabé la noche. Mil gracias a Tony y a mi padre por hacerla tan especial ^^

viernes, 4 de septiembre de 2015

FRIENDS OF GLASS

¡¿Qué pasa bloggers?!

¡¡Feliz vuelta al cole!! Espero que hayáis pasado un verano estupendísimo y que hayáis descansado y disfrutado tanto como yo. Qué rápido pasan estos meses, ¿verdad?.

A mí me ha dado tiempo a hacer un montón de cosas y hoy os cuento una de ellas.

A principios de Julio me ofrecieron la posibilidad de asistir a mi primer evento blogger, un "gastroevento" como digo yo. Como os podéis imaginar, me hizo muchísima ilusión y pasé los días previos con un montón de nervios, ¡jaja!.

Y por fin llegó el momento.

Para entrar en calor me dijeron que tenía que ir al Kitchen Club y ya estaba que no me sujetaban las piernas, ¡jaja!. Conozco este sitio porque una amiga dueña de un restaurante (del que ya hablaré algún día) ha estado varias veces y siempre me ha contado maravillas, pero para mí, por unos motivos u otros, siempre ha sido bastante inaccesible.


Sí, la foto no es preciosa, pero es la entrada al Kitchen Club, lo prometo

Y ahí estaba yo, de los nervios y feliz. Por suerte, nada más llegar conocí a Sergio, el que fue mi sensei durante toda la velada y que consiguió que no me muriese de vergüenza ante tanta gente (sí, soy tímida, y mucho). Tiene una web súper chula llena de recetas de todo tipo además de consejos y otras cosas, que os recomiendo visitar muy mucho.

Tras un breve (pero delicioso) picoteo comenzó el evento.

Lo organizaba Friends of Glass que, como ellos dicen, es un movimiento de personas concienciadas con el medio ambiente que defienden las ventajas del vidrio frente a otros materiales.

Todo el que me conozca mínimamente sabe que todo lo relacionado con ecología, medio ambiente, reciclaje, etc, me interesa muchísimo, así que la charla que nos dieron al comienzo me pareció realmente interesante. Destacaron que al ser un material inerte y natural, ayuda a proteger la salud y conserva los sabores (si tenéis botellas de plástico, directas al contenedor amarillo). Además es completamente reciclable por lo que es 100% ecológico. Se puede meter en el horno, en el microondas, es resistente y duradero.. Lo dicho, pasaos al vidrio.

Ah, en la web tenéis un test muy cortito acerca de vuestros gustos y costumbres que os dirá qué sabor os identifica. A mí me salió fresco (que no fresca, graciosillos), ¡hacedlo y me contáis!


¡A descubrir sabores!

Y eso es lo que hicimos, descubrir sabores, puesto que la segunda parte del evento fue una cata de trampantojos la mar de divertida. Por si alguien se lo pregunta, un trampantojo es una elaboración con aspecto de algo que realmente no lo es. Algo así como el melocotón en almíbar con nata que hacíamos de pequeños simulando un huevo frito, pero más cool (y bastante más rico).


En todo momento estuvo con nosotros Carlos Pascal, un chef increíble que además de guapo y majete cocina como los ángeles. Se encargó de contestar a todas nuestras preguntas y nos fue presentando cada plato representante de un sabor distinto.


Dadme un cuchillo y moveré el mundo, ¡jeje!

[[¡¡Intentad averiguar los trampantojos!! Tenéis la solución al pie de cada foto :) ]]

Empezamos con un sabor aparentemente aburrido, el soso, pero que no os engañe, este falso yogur con fruta estaba bien rico.

Crema de coliflor y patata con mermelada de remolacha.

Lo siguiente que probamos fue un delicioso champagne muy, muy fresco. ¿Alguno adivina lo que es?

Agua de gazpacho y espuma de pepino

A continuación llegó el salado: un chupa chups bien sabroso.

Foie relleno con nuez y cubierto con gelatina de frutos rojos

El ácido es uno de mis sabores preferidos y este ceviche me dejó boquiabierta.


Falsos palitos de cangrejo de corvina y remolacha

El picante no es uno de mis fuertes pero sashimi de atún superó todas mis expectativas.


Sandía macerada en salsa de soja

A lo mejor el amargo no es de vuestros sabores preferidos, pero os aseguro que esta guindilla estaba para chuparse los dedos.

Chocolate (90%) con gelatina de frutos rojos y tierra de brownie

Y para acabar, uno de los más esperados, el dulce: doble hamburguesa con queso.

Macaron con nutella, gelatina de mango y patatas de manzana

Auténticas delicias, ¿verdad? Estaba todo muy, muy bueno y sin duda alguna fue una experiencia sorprendente.

Antes de irnos a casa nos deleitaron con algunas elaboraciones más (¡aún sueño con la tarta que queso!) y nos obsequiaron con una bolsa para reciclar vidrio, una monísima caja con alimentos representativos de cada sabor, un delantal (que a mi chico le queda que ni pintado, ¡jeje!) y pudimos cocinar el falso yogur.

¡Regalos, regalos!

Antes de despedirme quiero darle las gracias a Carlos, ya que gracias a él pude participar en este maravilloso evento, y también a todo el personal de Kitchen Club por lo atentos que fueron en todo momento y a Friends of Glass, porque creo que hacen una labor realmente buena tanto para los consumidores como para el medio ambiente.

Feliz como un regaliz :D

Ahora sí que me despido. Un beso muy, muy grande a todos y mil gracias por leerme.

¡Feliz final de verano!

Carolina.

P.D. Más de 28.000 visitas. ¡Sois increíbles!

martes, 7 de julio de 2015

MANUAL DE SUPERVIVENCIA II: ALEMANIA

¡Hola caracolas!

¿Cómo va el verano? Madrid ya es de nuevo ese infierno de calor que tanto tememos todos los años, pero al menos ya se han acabado las clases, los exámenes... ¡Y muy contenta! Tanto estudio y curro ha dado buenísimos resultados :D

Vamos al lío.

Tengo un montón de sitios que enseñaros, pero esta entrada va a ser un poco distinta a lo habitual: a principios de Junio hice un maravillosísimo viaje con mi chico y mi padre recorriendo el noreste de Alemania, gran parte de Polonia, y ya de vuelta a España, Londres y Brighton; así que hoy os voy a contestar a dos sencillas preguntas: qué comer en Alemania y dónde comer en Alemania.

Antes de nada tenéis que tener en cuenta un par de cosas: lo primero son los horarios, ya que a pesar de que en las ciudades grandes podéis comer y cenar casi a cualquier hora, en los pueblos y ciudades más pequeñas, la hora de comer ronda las 13:00 y la de cenar las 20:00. Y lo segundo es el sentido común (que es el menos común de todos los sentidos), es decir, aprovechar menús del día, evitar las calles turísticas con restaurantes con menú en la puerta, huir de los manteles de tela, etc.

Ahora sí que sí. ¡Comenzamos!

Nuestro road trip comenzó en Potsdam, una "pequeña" ciudad a unos 35 km de Berlín con unos parques enormes y preciosos dignos de recorrer una y otra vez, por lo que lo mejor será empezar con un buen desayuno.

A esto me refería con un buen desayuno

Potsdam es una ciudad muy, muy turística así que no tendréis ningún problema para encontrar un restaurante donde comer, pero como nuestro presupuesto era bastante ajustado decidimos dejar los restaurantes para otro día y degustar nuestro primer currywurst (¡¡madre mía lo que me ha gustado a mí el "currigús"!!). En una de las calle principales encontramos el The best hot dog donde por menos de 5€ te puedes tomar un perrito (o salchicha con curry) y una bebida la mar de ricos.

Rico, rico y con fundamento

Y si queréis tomar un café o un postre, justo al lado vais a encontrar el Eismanufaktur, una cafetería monísima donde ponen unos cafés enormes y unas tartas y helados riquísimos. En general, el café es bastante más caro que en España (y no está tan bueno, todo sea dicho), pero del tamaño no nos podemos quejar.

¡De lo más cuqui!

Esa misma noche dormimos en Kropstädt, una pequeñísima pedanía muy bonita pero prácticamente deshabitada, lo que supuso un pequeño viaje a Wittenberg para cenar. Después de unas cuantas vueltas buscando algún sitio abierto, dimos con el Witten Burger, que como podréis imaginar, es una hamburguesería en pleno centro de la ciudad. Fueron muy amables ya que nos hicieron cena a pesar de ser más de las 21:00 y lo cierto es que las hamburguesas (unos 8€ cada una) estaban realmente ricas.

Aunque no lo parezca, las bandejas son cerámicas. ¡Muy chulas!


Tal y como he dicho antes, los desayunos son realmente importantes y no hay mejor manera de empezar el día, ¡jeje!

Creo que esto es lo que más me gusta de viajar

Ese día visitamos Leipzig (una bonita ciudad por la que pasear) y a la hora de comer, improvisamos unos bocadillos (lamentablemente no hay fotos de los susodichos). Por la tarde vimos Dresde (sin duda una de las ciudades más maravillosas que jamás he visitado) y como tampoco comimos nada allí, os enseño una foto mía, para que veais que no me invento nada, ¡jeje!

Dresde enamora

Hicimos noche en Görlitz, la última ciudad antes de pasar a Polonia, que tiene una bonita catedral y un montón de callejuelas en las que perderse. A pesar de no ser especialmente turística, tiene muchos restaurantes, pero la mayoría de ellos son bastante caros y en plan "delicatessen". Por suerte, encontrarmos la pizzería Capri, donde cenamos maravillosamente por unos 12 € por persona.

Una ensalada caprese bien sana y fresquita

Dos pizzas muy sabrosas y unos canelones bien ricos

Y para terminar, una panna cotta de chocolate

La mañana siguiente dimos el salto a Polonia, pero de eso os hablaré en la próxima entrada de "Manual de superviviencia".

Tras recorrer Polonia, volvimos a Alemania para pasar un par de días en Berlín y visitar a fondo esta preciosa (y enorme) ciudad.

Como ya he dicho Berlín es grande, muy grande, enorme, y si solo tenéis 48 horas para verla, id con la idea de tener que andar cerca de 20 km diarios, no tener mucho tiempo para descansos y que la lluvia os puede sorprender en cualquier momento. La ventaja de ser tan grande y cosmopolita es que podéis encontrar un sitio donde comer/cenar prácticamente a cualquier hora pudiendo elegir entre una gran variedad. Pero hay ciertas cosas que tenéis que probar sí o sí, ya estéis en Berlín o en cualquier otra parte de Alemania:

  • Los pretzels: son unos panecillos con forma de lazo tanto dulces como salados. Los podéis encontrar tanto en tiendas, como en restaurantes, como en puestos por la calle. Aunque su origen es alemán, en Polonia y Austria también son muy típicos.

Hé aquí un pretzel de lo más apetecible

  • La cerveza: cerveceros, éste es vuestro país. Cervezas de todos los tipos, tamaños, colores... Y no especialmente cara. Para los que no nos gusta la cerveza, siempre nos quedarán los refrescos y el agua.
 
Lo sé, la foto podría haber sido mucho mejor
  • El codillo (en todas sus variantes), las salchichas (bockwurst, bratwurst, etc), el chucrut (col en todo su esplendor), las chuletas de sajonia (kasseler), patatas (kartoffel)... ¡No os podéis ir de Alemania sin comer al menos un pedacito de todo esto! Y sí, hay montones de sitios, pero hay uno que se lleva la palma: la archiconocida cervecería HB. La original está en Múnich, pero está tiene la misma esencia: grandes cantidades de cerveza, sabrosa y abundante comida, música en directo, buen ambiente, decoración tradicional... Y mucha gente con ganas de pasarlo bien. Lo cierto es que es un sitio muy turístico, pero merece mucho la pena. No es caro (unos 15€ por persona) y las raciones son más que generosas.
  
¡No dejamos ni una miguita!
  •  El currywurst (currigús para los amigos): es la comida rápida alemana por excelencia, tanto para los que salen a mediodía de trabajar como para los que vuelven de fiesta de madrugada. Habitualmente es una salchicha (de cualquier variedad) en rodajas con curry espolvoreado y ketchup y/o mostaza y/o mayonesa. Además, para los más valientes, hay una versión picante también muy sabrosa. Se sirve en una bandejita de cartón y suele ir acompañada de patatas fritas. Sinceramente, podría haber sobrevivido los 10 días a base de currigús, ¡qué cosa tan rica y tan sencilla! En mi opinión, los mejores son el Curry 61  (mi preferido) y el Curry 36 (sí, los nombre son de lo más original), pero podéis encontrar locales de este tipo por todas partes y ninguno con precio superiores a 5-6€ por persona. Realmente merece la pena.
 
Currywurst de mis amores y perrito caliente para el señor
  • Y por último, es necesario que probéis un strudel, y si es un apfelstrudel, mejor que mejor. Los strudel son deliciosos pasteles enrollados rellenos de fruta, queso... El apfelstrudel está relleno de manzana y se toma como postre, merienda e incluso para desayunar. Soy una gran apasionada de los pasteles de manzana y creo que comí al menos uno diario en este viaje. La lástima es que no siempre pude encontrar uno casero... menos mal que siempre hay un Mc Donald's a mano, ¡jaja!
    
¿Para cuándo la vuelta de los pasteles de manzana a España?


Bueno, aquí se acaba la aventura alemana. No está mal esta primera parte, ¿verdad? Lo único que falló fue el tiempo, pero por lo demás no tengo ni una queja.

Espero que os haya gustado esta entrada tan especial y si alguien quiere información sobre hoteles, carreteras, lugares de interés, etc, que no dude en preguntar.

Un besote muy grande a todos y ¡a disfrutar del verano!

Carolina.

domingo, 26 de abril de 2015

ORSO MATTO

¡¡Muy buenas a todos, queridísimos bloggers!!

¿Cómo vas las cosas? Como os podéis imaginar yo estoy en pleno zafarrancho universitario, así que estoy como loca por que llegue ya Junio y las vacaciones :)

Por suerte, entre práctica y práctica, y examen y examen, y curro y curro, saco tiempo para descubrir sitios tan maravillosos como el que os presento hoy. Y os confieso algo: estoy nerviosilla. ¿El motivo? Bien sencillo: por fin hemos encontrado un restaurante de 10; sí, después de casi 3 años comiendo (y malcomiendo) hemos dado con un sitio al que fuimos incapaces de sacar ni una sola pega (y reconozco que buscamos y buscamos, y nada).

Dicho lo cual, vamos a ello, y espero que mi texto esté a la altura (¡qué nervios!).

Os presento el Orso Matto, un pequeño restaurante italiano que se encuentra en la calle Gaztambide 35 (metro Argüelles, L3, 4 y 6). Antes de ir, podéis entrar en su web y curiosear entre los platos que sirven (se os va a hacer la boca agua, ¡aviso!), o en página de Facebook donde podéis ver muchas fotos y leer más información.

Descubrimos este sitio de casualidad: los viernes al salir de la uni, vamos al cine por esa zona, y aunque ya habíamos pasado por delante varias veces, nunca nos habíamos decidido a entrar... hasta hace unos días, que íbamos con el tiempo justo y fue lo primero que se nos ocurrió.

La primera vez que lo vi, me llamó mucho la atención la fachada, con todo esos colores vivos, y la cristalera, y las plantitas... Vaya, que desprende buen rollo, y más aún me gustó cuando vi el detalle del cuenco con agua para perros que tenían en la puerta (¡minipunto para los chicos del Orso Matto!).

¡Cómo me gustan los colorines! ^^

Por dentro está decorado con mucho gusto: sin estridencias, con mobiliario sencillo, lleno de detalles y aire fresco. Sin duda se respira un ambiente muy agradable.

Sobre las paredes podéis ver todo lo que ofrecen para comer: piadinas, pastas, postres...

A pesar de que me gusta mucho la cocina italiana, tengo que reconocer que no soy una experta en ella, así que nos dejamos aconsejar, y muy acertadamente, todo sea dicho.

Por una parte pedimos una lasaña para compartir que ya de por sí tenía buena pinta, y al probarla nuestras expectativas se hicieron realidad: muy, muy, muy rica. Jugosa, con muchísimo sabor, a buena temperatura y la pasta en su perfecto punto. Genial. No se parece en nada a la típica lasaña que comemos habitualmente y realmente me dejó muy sorprendida. Por otra parte pedimos una piadina (una especie de crêpe súper ligero relleno de distintos ingredientes). Tenéis un montón donde elegir, pero si no os convence ninguna, os podéis hacer una a vuestro gusto. Nosotros escogimos la Porqueta, que llevaba espinacas frescas, queso y cerdo. Nuevamente me sorprendió que algo tan aparentemente sencillo pudiese estar tan bueno: las espinacas crujientes, el queso, pan un pelín tostado, la porchetta... Uf, ¡una delicia! ¡Me hubiese comido 20 más! ¡Jaja! Está claro que tendremos que volver para probarlas todas :)

Piadina (izq.) y lasaña (dcha.). Se me hace la boca agua...

Y como os podéis imaginar, no nos podíamos ir sin pedir postre. Habitualmente pedimos uno para compartir, pero esta vez la tentación era demasiado grande, así que elegimos dos (dos porque uno de cada nos parecía demasiado): tarta de flan y panna cotta. Tenían varias tartas para elegir, pero me quedé con la de flan por una razón muy boba: cuando era pequeña, mi madre me hacía una tarta todos los años por mi cumpleaños, y recuerdo que hacía una con relleno de flan que me encantaba, así que en cuanto vi ésta, quise probarla. Y acerté de lleno. "Mm, mmm, mmmm...", eso es todo lo que acertábamos a decir. En la escala Mmm del 1 al 10, le pondría un 11, lo dije aquel día y lo seguiré diciendo. ¡Pero qué buena estaba, j***! Y la panna cotta... ¡Ay la panna cotta! Mira que es difícil encontrar un sitio donde la hagan decentemente (pedir que la hagan bien ya es demasiado), pero es que ésta ¡estaba para ponerle un piso! Y el punto de las galletas y el sirope de frutos rojos, nos dejó maravillados.

De izq. a dcha: tarta de flan y panna cotta. Creo que no podrían haberme gustado más.

Ahora, hablemos de dinero: ¿cuánto creéis que nos costó todo este festín incluyendo las bebidas? Pues no llegó ni a 9 € por cabeza. Increíble, ¿verdad? La relación calidad/precio no puede ser mejor: pocos sitios conocemos donde la comida esté tan buena, sea casera, a buen precio y perfectamente atendidos.

Cierto, que casi lo olvido: nos trataron como a reyes, bueno no, mucho mejor que a reyes (que ya sabemos todos que últimamente la monarquía no está muy de moda). Súper amables, atentos, nos aconsejaron genial y ¡más majos que las pesetas!

Otro punto a favor es que fueron muy, muy rápidos (comimos en menos de media hora) y gracias a eso llegamos puntuales al cine.

A diario tienen una "pasta del día" a muy buen precio (creo que voy a empezar a cambiar los tuppers de la uni por un buen plato de pasta...) y además te puedes llevar la comida a casa. Y si no queréis comer ni cenar, podéis ir a merendar ya que no cierran por la tarde.

Valoración general: ahí va, un 10. Todo fue perfecto, nos gustaron hasta los baños. Se lo recomiendo muy mucho a toda la gente de Ciudad Universitaria y aledaños porque realmente merece la pena, tanto por la comida, como por el precio, como por lo bien nos trataron, como por la calidad de los ingredientes... Lo dicho: perfecto.

Bueno bloggers, ¿qué me decís? ¿Os hace un Orso Matto? :)

Más de una vez me han dicho que soy demasiado dura con las reseñas que escribo, pero este restaurante es el claro de ejemplo de que si algo me gusta lo voy a decir igual de alto que si algo no me gusta. Es una lástima que con lo grande que es Madrid no haya más sitios así de buenos y asequibles, pero bueno, ya se sabe que las buenas colonias vienen en frasco pequeño, ¿no?

Un besote muyyy grande a todos mis lectores y un GRACIAS así de grande para los chicos del Orso Matto, que se lo merecen de todo corazón.

Carolina.

P.D. Por si a alguien le entra la duda, la bebida de la lata negra (la que no es de cerveza, vaya), se llama Chinotto. Es un refresco con un sabor un tanto extraño (como a naranja amarga) pero bastante bueno. No tiene alcohol pero a mí me recordaba al sabor del Disaronno (¡cómo echo de menos currar en los Bajos, ay!).

miércoles, 25 de marzo de 2015

EL JARDÍN SECRETO

¡¡Feliz primavera, bloggers!!

Por fin se ha acabado el invierno (aunque no lo parezca), lo que significa que ya queda menos para la época de terrazo, la ropa de verano y lo mejor de todo: ¡las vacaciones! Pero no adelantemos acontecimientos, que aún tenemos por delante un montón de exámenes y demás cosas aburridas que hacer :(

Hace unos días fue mi cumple (ya 27, ufffff.....) y estuvimos celebrándolo en un sitio muy chulo (pinchad aquí si queréis un adelanto), pero hoy no os voy a hablar de él, ya que esta vez os voy a llevar al lugar donde celebramos el 30 cumpleaños de Tony hace un par de semanas y del que salimos totalmente fascinados.

Os presento El Jardín Secreto, un precioso restaurante en la calle Conde Duque 2 (metro Plaza de España L2, 3 y 10). Os aconsejo entrar en su web para que os hagáis una idea de qué os vais a encontrar y ya de paso ver fotos, la carta, etc.

Este restaurante nos lo recomendó mi amiga Gala y nos dijo que era un sitio guay para "eventos especiales", ¡y lo cierto es que acertó de lleno! También nos comentó que la decoración era "exótica" aunque yo no sabría muy bien como si es exótico, kitsch, selvático, de cuento de hadas (unicornios y enanitos incluidos) o de bosque encantado, el caso es que no deja a nadie indiferente. ¡Ah! Y tal y como nos dijo ella, la visita a los aseos es imprescindible ^^


En efecto, las fotos son malísimas, así que cotillead por Internet o mejor aún, vedlo en persona


[[Os adelanto que la carta es muy, muy extensa y los nombres bastante "complicados", por lo que tomaos vuestro tiempo para leer todas y cada una de las páginas]]

Otra de las recomendaciones que nos hizo, fue pedir algún cóctel y/o limonada, así que eso es lo primero que miramos de la carta, y tras un rato dándole vueltas al tarro elegimos dos cócteles sin alcohol: un Mai Tai (cuyos ingredientes no se pueden revelar) y un Citric Revolution (a base de un montón de cítricos bien ácidos).

Citric Revolution y Mai Tai. Una pasada, ¿verdad?

El Citric estaba especialmente bueno (adoro las frutas ácidas y mezclar cuantas más mejor), pero la presentación del Mai Tai nos dejó sin palabras, y estaba delicioso también.

Lo siguiente que pedimos fue un entrante. Tienen muchos donde elegir y los carpaccios de carnes exóticas (cebra, camello...) nos llamaban muchísimo la atención, pero como íbamos a pedir carne para los principales, acabamos eligiendo los aguacates rellenos (de maíz, melocotón, huevo, setas...) acompañados de salsa de yogur.

Hay que ver lo que me gusta a mí el agucate, ¡qué maravilla de fruta!

Como veis la ración es más que generosa, así que nos pusimos las botas y rebañamos la cazuela hasta dejarla impecable, ¡jeje! Rico, muy rico, no nos esperábamos que fuesen a estar tan buenos.

A los principales también tuvimos que darles más de una vuelta porque todos parecían tremendamente apetecibles, pero como solo podíamos elegir dos (una lástima no tener 4 o 5 estómagos y algo más de dinero, ¡jaja!) nos quedamos con el rabo de toro con chocolate y los canelones de confit de pato.

Rabo de toro (dcha) y canelones de pato (izq)

Mi madre siempre decía que un restaurante se ganaba su respeto si el rabo de toro estaba bien hecho; y yo opino lo mismo. En este caso, no solo se merece todo mi respeto, sino además una reverencia: jugoso, tierno, sabroso... ¡Una delicia! Los canelones de pato también estaban muy, muy buenos, y ni que decir tiene que mojamos pan hasta dejar el plato limpio, ¡jeje!

 Para el postre nos habían recomendado la carrot cake, pero encontramos algo que parecía hecho a nuestra medida: tarta de queso con salsa de chocolate. Tony es un grandísimo amante de las tartas de queso en todas sus variantes y a mí el chocolate me vuelve loca, así que os podéis imaginar lo que disfrutamos con este postre, ¡cosa mala!

¡Tarrrrta! Muy cuqui el detalle del corazón, ¿a que sí?

Aún se me cae una lagrimilla al pensar en lo buenísima que estaba :_) La próxima vez intentaremos probar otro, ¡pero no prometo nada!

Por todo lo que habéis visto/leído pagamos 48€, y creo que por 25€ por persona no se puede comer mejor.

Todos los camareros que nos atendieron fueron muy agradables y atentos, y a pesar de estar hasta los topes, no tuvimos que esperar más de lo normal entre plato y plato.

Como ya os digo, estaba completamente lleno, así que es indispensable reservar si vais en fin de semana o similares.

Solo abren por la tarde, por lo que también podéis ir a merendar y tomar una limonada o un té, o una copa ya más entrada la noche.

¡Uy! Casi se me olvida decir que parte de la carta es vegetariana, así que ¡no os podéis quejar, amigos veggies!

Valoración general: un 9.5. Fue una cena maravillosa, en un ambiente encantador y, además, con una compañía inmejorable, ¿qué más se puede pedir? Por poner algún pero os diré que pasé un pelín de frío (como es habitual en mí, por otro lado) pero supongo que fue porque estábamos pegados a la ventana (¡nos dieron una mesa de ensueño!). Otra cosilla sin mucha importancia también, es que nos trajeron el entrante antes que los cócteles, pero llegaron bastante rápido, así que tampoco fue problema. Lo que sí me llamó la atención fueron los aseos, que a pesar de ser muy monos, me parecieron excesivamente pequeños e incómodos, y no sé qué solución le darían a alguien con movilidad reducida que tuviera que usarlos.

Bueno, ¿qué os ha parecido? ¿Fue o no una noche fetén? Lo cierto es que os recomiendo este sitio muy mucho sobre todo si queréis sorprender a alguien (guiño, guiño) o si buscáis algo distinto con amigos.

Un besote muy grande a todos y que tengáis una felicísima primavera ^^

Carolina.

Pues hombre, guapos, guapos, no somos, pero la foto tiene su encanto ^^